En 1887 llegaba a Murcia el agua canalizada desde el manantial de Santa Catalina del Monte. Una vez en la ciudad, se bifurcaba en cinco ramales que iban a parar a los barrios de de El Carmen, San Antolín, Santo Domingo, a la plaza del Cardenal Belluga, delante de la catedral, y a Santa Eulalia. Al final de cada ramal se instaló una fuente pública de donde los murcianos se surtían de agua potable hasta que, algún tiempo después, se realizaron las acometidas a los domicilios particulares.
Por esos años eran frecuentes las tertulias de botica, esas reuniones donde los caballeros se sentaban a hablar de lo divino y lo humano y de donde partieron algunas iniciativas que quedaron reflejadas en obras que aún perduran.
En la farmacia de Santa Eulalia surgió la idea de convertir la fuente pública del barrio en una fuente monumental que estuviera dedicada a Francisco Salzillo, el escultor que había dado brillo al siglo XVIII murciano.
Fue entonces cuando un jovencísimo Francisco Ródenas presentaba un proyecto arquitectónico donde el agua era la protagonista y cuyo homenaje al escultor se limitaba a una inscripción, sin ninguna escultura que lo representara.
"Sobre una gran plataforma de piedra descansa una enorme cascada por la cual fluye una gran cantidad de agua. Encima de la misma y como soporte, descansan dos fuentes y grandes columnas de estilo dórico con su respectivo arquitrabe, friso y cornisa, y a lo largo del friso aparece con caracteres epigráficos la siguiente inscripción: SALZILLO”
En septiembre de ese año se inauguró la fuente, no como trabajo monumental, sino como surtidor de agua potable, y ahí comienzó un vaivén de comienzo y parón de las obras, pues los recursos económicos aportados por suscripción popular eran escasos y llegaban con cuentagotas.
Año y medio después, Ródenas debe reformar el proyecto y ajustarlo a algo más modesto.
“Sobre una extensa plataforma se elevan cuatro pilares labrados finamente, con adornos y grandes detalles, sirviendo de remate a dichos pilares unas aves fantásticas. Frente a cada pilar aparecen dos tazas perfectamente ejecutadas, una superior pequeña y otra inferior mucho más grande. Dos columnas en forma de pilastras pareadas en cada frente, hacen de soporte al busto colosal de Salzillo, que tiene por base tres palmetas de estilo griego en cada uno de sus frentes”.
En 1892 murió el arquitecto Ródenas con 27 años. Es entonces cuando se decidió que el homenaje a Salzillo fuera una estatua de pie, y no un busto, y su realización se le encargó a Ramiro Trigueros, un joven escultor jumillano que en ese momento estaba estudiando con una beca en la Academia de Roma.
Pero Trigueros, que sigue en Roma durante unos años y de allí marcha a La Habana a impartir clases, no ejecutó al final el trabajo, y éste pasó a Francisco Sánchez Araciel, un escultor que había dado sus primeros pasos artísticos en el taller de su padre, Sánchez Tapia, continuador éste de la escuela salzillesca.
El trabajo volvió a considerarse entonces y, dada la premura del encargo, se decidió que fuera un busto colosal y no un escultura de pie.



Primero desapareció la verja que lo rodeaba y después se eliminaron los pilares labrados de los que, a día de hoy, no tenemos constancia de su conservación.
Posteriormente, el agua también se suprimió, por lo que desaparecieron las tazas adosadas.


Durante años ha tenido adosada una placa de homenaje que nada tenía que ver con Salzillo y que en la última restauración, realizada en 2013, fue retirada.
En esa restauración se eliminaron, además, unas plantas que surgían cada primavera bajo la escultura para desaparecer en invierno y no volver a asomar hasta el año siguiente, se limpió el retrato del escultor y se aplicó una mano de pintura a la base que lo sostiene.
El resultado final es lo que hoy contemplamos que, por desgracia, poco o nada tiene que ver con la concepción original de Ródenas ni con la fisonomía de Salzillo pero que, aún así, constituye un testimonio material de la Murcia decimonónica.
FUENTES:
Diario de Murcia, La Paz de Murcia y Heraldo de Murcia de los años 1887 a 1899.
José Luis Melendreras Gimeno: La escultura en Murcia durante el siglo XIX, Murcia: José Luis Melendreras Gimeno, 1997.
IMÁGENES:
Colecciones digitalizadas del Archivo de la Región de Murcia:
Estatua de Salzillo, 1902. Colección de Adolfo Fernandez Aguilar <Ir a página>
Monumento a Salzillo, 1930. Colección de Adolfo Fernández Aguilar <Ir a página>
Fotos Antiguas de Murcia (en Facebook) <Ir a página>
Del busto de Salzillo y del monumento antes de la restauración: Pascual García-Stañ, obtenidas de su blog Academias del Jardín
Me alegra la descripción e historia del monumento a Salzillo
ResponderEliminarUn saludo
Me parece estupendo el estudio que haces de la fuente monumento. Enhorabuena.
ResponderEliminarInteresante articulo , enhorabuena
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