TRADUCTOR

Buscar este blog

4.3.24

¿DÓNDE ESTÁN ELLAS?

El próximo 12 de marzo, martes, estaremos en el Centro Cultural municipal de Javalí Nuevo, Murcia, hablando sobre la mujer en la escultura pública del municipio de Murcia, con motivo de los actos relacionados con la celebración del Día Internacional de la Mujer 2024.

El centro está situado en la plaza de la Ermita, s/n.

El acto comenzará a las 19:00 h. y la entrada es libre.

¡Os esperamos!



7.4.20

UN SUEÑO IMPOSIBLE

La historia, a veces, impone su tiempo y fuerza los acontecimientos haciendo que se eclipse el brillo de artistas que, de haber nacido en otro momento y en otro lugar, habrían figurado en la Historia del Arte con otro valor.


ALBERTO: Autorretrato (1950-1952)
En la España de finales del XIX nació Alberto Sánchez, conocido como Alberto, un artista cuya obra es desconocida por muchos.

Su vida estuvo marcada por su traslado a la URSS, en 1938, como profesor de dibujo de los niños españoles que, huyendo del conflicto nacional, fueron llevados hasta allí. 
La mayoría nunca volvió a España; Alberto tampoco.

Pintor, dibujante, escenógrafo y escultor, estuvo influido por el surrealismo y por una estilización formal que en ocasiones nos acerca a Picasso o Miró y en la que participan elementos de inspiración popular; su obra transita entre lo onírico y lo poético y en el universo de sus esculturas aparece frecuentemente la figura femenina, los bóvidos, las estrellas y las aves. 





El pueblo español tiene un camino
que conduce a una estrella,
ante el
pabellón español. París, 1937
Participó en el Pabellón Español de la Exposición Universal de París, en 1937

Junto con obras de Calder, García Lorca, Picasso y Miró, entre otros, El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, la escultura de 12'5 metros de altura creada por Alberto, fue colocada en el exterior donde, con sus formas vegetales de configuración antropomorfa, se convirtió en un faro que gritaba la angustia por la que la población española, horrorizada y sin futuro, pasaba en aquel momento y, al mismo tiempo, fue una proclama en defensa de las nuevas formas del Arte. 
La estrella que culminaba la obra representaba el brillo de esperanza en un futuro que se anhelaba y se tardó mucho en alcanzar.






El pueblo español tiene un camino que
conduce a una estrella, 
junto al Reina Sofía
Aquella escultura despareció en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, pero en 1986 fue localizada una maqueta, realizada en yeso, en el sótano del Palacio de Montjuïc, en Barcelona. 

La maqueta ingresó en los fondos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid y, en 2001, con motivo de una exposición monográfica dedicada al escultor, se reprodujo la obra a su tamaño original y se instaló en la plaza de Santa Isabel, fuera del museo. 

Lo que en un principio iba a ser un emplazamiento provisional quedó, afortunadamente, como instalación definitiva.






Alberto había fundado, en 1927, junto con Benjamín Palencia Rafael Alberti, entre otros, la llamada Escuela de Vallecasque pretendía introducir en España el arte de las vanguardias que fluía por Europa, aunque profundamente enraizado en el paisaje castellano. 

Alberto y Benajamín Palencia solían quedar a primera hora de la tarde en la Puerta de Atocha desde donde, andando, se encaminaban hacia las afueras de Madrid. Muchas veces llegaban hasta Vallecas y se dirigían a un cerro que hay en los alrededores, el llamado Almodóvar que ellos terminaron por renombrar Cerro Testigo porque, según sus palabras, "de ahí debía partir la nueva visión del arte español". 

En la cumbre del cerro estaba colocado un hito en el que escribieron sus principios; los de Alberto en una cara, los de Benjamín Palencia en otra, dedicaron la tercera a Picasso y en la cuarta pusieron los nombres de valores plásticos e ideológicos que consideraban más representativos; entre estos últimos figuraban los nombres de Einstein, el Greco, Zurbarán, Cervantes y Velázquez.




Y fue para ese cerro para donde Alberto, que desaprobaba los monumentos de Madrid porque decía que en ellos el arte seguía ciñéndose a lo figurativo, concibió el Monumento a los Pájaros, probablemente la obra que mejor simboliza su sueño de fusión de las nuevas formas de expresión del arte, la libertad y la naturaleza. 


Maqueta de yeso del
Monumento a los Pájaros
fotografiada por Segarra
El artista quería encontrar una obra que hiciera salir al campo y se fundiera con el paisaje. 

Realizó un proyecto de ocho piezas ensambladas, para que los pequeños huecos que quedaban entre ellas sirvieran de refugio a los pájaros y los defendiera de las aves de rapiña. 

La primera versión la realizó hacia 1930Era un vaciado en yeso que desapareció durante la Guerra Civil y del que se solamente se conserva la imagen que aparece en las fotografías tomadas por el arquitecto Enrique Segarra.










En 1957, en Moscú, realizó una segunda versión, que quedó almacenada en cajas, recorriendo con Alberto los diferentes pisos en los que vivió, pero que nunca llegó a ver la luz en vida del artista.


Segunda versión en bronce del
Monumento a los pájaros
Años después fue encontrada en un altillo y recuperada para la exposición Monumento a los pájaros. Hito y mito que, sobre esta obra y su autor organizó en 2010 la Comunidad de Madrid bajo el comisariado de Rafael Zarza.



















Alcaén Sánchez con la maqueta del
Monumento a los Pájaros
En su visita a la exposición, la entonces presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, abrió la puerta a la posibilidad de reproducir la escultura y colocarla en los cerros de Vallecas, a lo que Alcaén Sánchez, hijo del escultor, contestó con un marcado acento ruso: 

"Soy realista. Pido lo imposible".








La biografía de Alberto se puede consultar en diversas instituciones y manuales de Arte, pero probablemente sea más esclarecedora la semblanza que de él hizo Pablo Neruda en el capítulo 22 de su obra Para nacer he nacido, publicada en 1978. 


22. Alberto Sánchez huesudo y férreo

La muerte de Alberto Sánchez en Moscú no sólo me trajo el súbito dolor de perder un gran hermano, sino que me causó perplejidad. Todo el mundo, pensé, menos Alberto.
Esto se explica por la obra y la persona de quien ha sido para mí el más extraordinario escultor de nuestro tiempo.
Poco después de los años veinte, los primeros veinte de nuestro siglo, comienza Alberto a producir su escultura ferruginosa con piedra y hierro. Pero también él mismo, con su largo cuerpo flaco y su rostro seco en que aparecía la osamenta audaz y poderosa, era una escultura natural de Castilla. Era por fuera este gran Alberto Sánchez entero y pedregoso, huesudo y férreo, como uno de esos esqueletos forjados a la intemperie castellana, tallado a sol y frío.
Por eso su muerte me pareció contraria a las leyes naturales. Era uno de esos productos duros de la tierra, un hombre mineral, curtido desde su nacimiento por la naturaleza. Siempre me pareció uno de esos árboles altísimos de mi tierra que se diferencian muy poco del mineral andino. Era un árbol Alberto Sánchez, y en lo alto tenía pájaros y pararrayos, alas para volar y magnetismo tempestuoso.
Esto no quería decir que nuestro gigantesco escultor fuera un hombre monolítico, empedrado por dentro. En su juventud fue, por oficio, obrero panadero y, en verdad, tenía un corazón de pan, de harina de trigo rumoroso.
Por cierto que en muchas de sus esculturas, como lo hiciera notar Picasso, se le veía el panadero: alargaba las masas y las torcía, dándoles un movimiento, una forma, un ritmo de pan. Popular, como esas figuras que se hacen en los pueblos de España con formas de animales y pájaros. Pero no sólo la panadería se mostraba en su obra. Cuando yo vi por primera vez en casa de Rafael Alberti, el año 1934, sus esculturas, comprendí que allí estaba un gran revelador de España.Aquellas obras de forma ardientemente libre tenían incrustados trozos de hierro, rugosos guijarros, huesos y clavos que asomaban en la epidermis de sus extraños animales. ''Pájaro de mi invención", recuerdo que se llamaba uno de sus trabajos.Allí lucían estos fragmentos extraños, como si fueran parte de la piel hirsuta de la llanura. La arcilla o el cemento que formaban la obra estaba rayada y entrecruzada por líneas y surcos como de sementeras o rostros campesinos. Y así, a su propia manera, con su estilo singular y grandioso nos daba la imagen de su tierra que él amó, comprendió y expresó como ninguno.
Alberto venía muchas veces a mi casa en Madrid, antes de que se casara con la admirable y querida Clara Sancha. Este castellano tenía que casarse con una mujer clara y sanchezca. Y así sucedió hasta ahora, en que Clarita se ha quedado sin Alberto y sin España.
Por aquel entonces y en Madrid, Alberto hizo su primera exposición. Sólo un artículo compasivo de la crítica oficial lo ponía en la trastienda de la incomprensión española, en la cual, como en una bodega, se amontonaban tantos pecados. Por suerte, Alberto tenía hierro y madera para soportar aquel desprecio. Pero lo vi palidecer y también lo vi llorar cuando la burguesía de Madrid escarneció su obra y llegó hasta escupir sus esculturas.
Vino aquella tarde a mi domicilio en la Casa de las Flores y me encontró en cama, enfermo. Me contó los ultrajes que diariamente hacían a su exposición. Su realismo fundamental, que va más allá de las formas, la violencia de su revolución plástica, a la que parecían incorporarse todos los elementos, comenzando por la tierra y el fuego, el colosal poderío, el asombroso vuelo de su concepción monumental, todo esto lo llevaba hacia una forma aparentemente abstracta, pero que era firmemente real. Sus mujeres eran otras mujeres, sus estrellas, estrellas diferentes, sus pájaros eran aves que él inventaba. Cada una de sus obras era un pequeño planeta que buscaba su órbita en el espacio ilimitado de nuestro pensamiento y de nuestro sentimiento y que entraba en ellos despertando presencias desconocidas.
Creador de fabulosos objetos que quedaban formados misteriosamente, como la naturaleza forma las vidas, Alberto nos estaba entregando un mundo hecho por sus manos, mundo natural y sobrenatural que yo no sólo comprendí, sino que me ayudó a descifrar los enigmas que nos rodean. Era natural que la burguesía de Madrid reaccionara violentamente en contra suya. Aquellas gentes atrasadas habían codificado el realismo. La repetición de una forma, la mala fotografía de la sonrisa y de las flores, la limitación obtusa que copia el todo y los detalles, la muerte de la interpretación, de la imaginación y de la creación eran el tope a que había llegado la cultura oficial de España en aquellos años. Era natural que el fascismo surgiera por allí cerca, enarbolando también sus oscuras limitaciones y sus marcos de hierro para someter al hombre. Aquella vez me levante de mi lecho de enfermo y corrimos a la sala desierta de la exposición. Solos los dos, Alberto y yo. La desmontamos muchos días antes de que debiera terminarse. De allí nos fuimos a una taberna a beber áspero vino de Valdepeñas. Ya rondaba la guerra por las calles. Aquel vino amargo fue interrumpido por algunos estampidos lejanos. Pronto llegó la guerra entera, y todo fue explosión.
Como campesino de Toledo, como panadero y escultor, apenas llegó la guerra, Alberto dio todo su esfuerzo y su pasión a la batalla antifascista.
Llamado por su gran amigo, el arquitecto Luis Lacasa, el escultor Alberto con Picasso y con Miró hace la trinidad que decoró el pabellón de España republicana de 1937 en París. En esa ocasión vimos llegar de manos de Picasso, recién salida de su horno incesante, una obra maestra de la pintura universal, la Guernica. Pero Picasso se quedaba largo tiempo distraído mirando a la entrada de la exposición una especie de obelisco, una presencia alargadísima, estriada y rayada como un cactus de California y que en su verticalidad mostraba el acendrado tema que siempre persiguió nuestro gran Alberto: el rostro arrugado y lunario de Castilla. Aquel Quijote sin brazos y sin ojos era el retrato de España. Levantado verticalmente hacia el combate con todo su seco poderío.
Jugándose la suerte con su patria, Alberto fue exilado y acogido en Moscú, y hasta estos días en que nos ha dejado, trabajó allí con silenciosa profundidad.
Primero se sumergió, durante el acerbo último tiempo de Stalin, en el realismo. No era el realismo de la moda soviética, de aquellos días atormentados. Pero él hizo espléndidas escenografías. Su presentación del Ballet de los Pájaros es una gran obra, inigualada, encontrando él la mágica belleza vestimental de los pájaros que tanto amó. También logró entregar al Teatro Gitano espléndidas visiones para las obras del teatro español. Y aquella voz que surge en el film Don Quijote, cantando algunas viejas canciones que dan gran nobleza a este film extraordinario, es la voz de Alberto, que seguirá cantando allí para nosotros, es voz de nuestro Quijote que se nos ha ido.
Pintó también numerosas obras. Nunca había pintado al óleo en España y aprendió en Moscú a hacerlo para consumar su realismo. Se trata de naturalezas muertas de gran pureza plástica, hermosas y secas de materia, tiernas en su apreciación de los humildísimos objetos.
Este realismo zurbaranesco en que en vez de monjes pálidos dejó Alberto pintados con exaltación mística ristras de ajos, vasos de madera, botellones que brillan en la nostalgia de la luz española. Estos bodegones son cumbre de la pintura real, y alguna vez el Museo del Prado los ambicionará.
Pero he dicho que aquella época encontró a Alberto recién llegado de Moscú y recibido en plena confraternidad y cariño. Desde entonces, amó apasionadamente a la Unión Soviética. Allí vivió los infortunios de la guerra y la felicidad de la victoria.Sin embargo, como esos ríos que se entierran en la arena de un gran desierto para surgir de nuevo y desembocar en el océano, sólo después del XX Congreso, Alberto volvió a su verdadera, a su trascendente creación.
Allí quedan en su taller del barrio de la Universidad de Moscú, en donde vivía feliz estos últimos años, trabajando y cantando, muchas obras y muchos proyectos.Constituyen su reencuentro con su propia verdad y con el mundo que este gran artista universal contribuyó a crear. Un mundo en que las más ásperas materias se levantan hacia la altura infinita por arte de un extraordinario espíritu inventor. Las obras de Alberto Sánchez, severas y grandiosas, nacidas de la intensa comunicación entre un hombre y su patria, criaturas del amor extraordinario entre un gran ser humano y una tierra poderosa, permanecerán en la historia de la cultura como monumentos erigidos por una vida que se consumió buscando la expresión más alta y más verdadera de nuestro tiempo.
(El escultor español Alberto Sánchez murió en Moscú 
el 12 de octubre de 1962)

FUENTES
"Alberto Sánchez Pérez", Real Academia de la Historia [En línea]
"El Pabellón español de la Exposición Internacional de 1937 en París", Artium [En línea]
"El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella (maqueta)", Museo Nal. C. de Arte Reina Sofía [En línea]
"Escuela de Vallecas", Wikipedia [En línea]
FERNÁNDEZ-SANTOS, E.: "El sueño alado de Alberto Sánchez remonta el vuelo", El País, 23/03/2010 [En línea]
"Madrid recupera el monumento a los pájaros de Alberto Sánchez", RevistaDeArte-Logopress [En línea]
NERUDA, P.: Para nacer he nacido. Barcelona: Seix Barral, 1978, pp. 73-76.
ROBLES VIZCAÍNO, M. S.: Aportaciones sobre Alberto. Cuadernos de Arte. Universidad de Granada. [En línea]


FUENTES DE LAS IMÁGENES
"ALBERTO: Autorretrato", ABC [En línea]
"Alcaén Sánchez junto a la maqueta del monumento a los pájaros", Madridiario.es [En línea]
"El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella", El poder de la palabra [En línea]
MANRIQUE: "Pablo Picasso, 'Guernica' in Spanish Pavilion 1937", ResearchGate [En línea]
"Monumento a los pájaros", Masdeartecom [En línea]
Segunda versión en bronce del Monumento a los pájarosEl País, 23/03/2010 [En línea]

22.9.19

TAN BLANCO

Lanzarote es una isla que atrapa al visitante; lo abruma con su permanente contraste de tierra negra y mar azul y lo sobrecoge con la contemplación del malpaís, paisaje residual tras las erupciones en el que la lava queda petrificada dejando testimonio de lo que tuvo que ser una pesadilla.



Hasta 1730, cuando se inició un periodo de erupciones que se mantuvo durante seis años y que se vio reavivado en el siglo XIX, la isla había tenido su base económica en la actividad agrícola, sobre todo de cultivo del cereal, y ganadera, de cabras, ovejas y cerdos.
Las erupciones volcánicas arrasaron con la mayor parte de ese tipo de economía y cubrieron de magma pueblos enteros.

Lanzarote se tuvo que reinventar; comenzó el cultivo de viñedos favorecido por el ingenio del agricultor, que fue capaz de transformar las cenizas dejadas por las erupciones en manto protector de la humedad residual de la noche, y también de productos llegados de América, sobre todo la cochinilla, la papa y el tomate.
Además, a mediados del siglo XX, supo hacer de la necesidad virtud y puso en marcha su maquinaria de explotación turística; lo hizo de forma inteligente, respetando el paisaje y la sostenibilidad de los recursos y consiguió que la isla más diferente de las Canarias se convirtiera en objetivo para muchos viajeros que buscan en ella algo distinto y de imagen imborrable.




La intervención del artista local César Manrique en algunos puntos de la geografía lanzaroteña, concilió el respeto medioambiental con la genialidad del artista total, dejando una serie de espacios únicos que merece la pena conocer y que han contribuido a la declaración de Lanzarote como Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993.

Uno de los primeros espacios que Manrique concibió, consciente de lo importante que es la tradición vernácula para los habitantes de un territorio, fue la Casa-Museo del Campesino






Situada en el centro de la isla, en el término municipal de San Bartolomé, esta casa-museo fue concebida para dar a conocer la arquitectura tradicional, los usos y costumbres y las diferentes técnicas artesanas que se recrean cada día en el pabellón dedicado exclusivamente a su práctica. 




En el entorno exterior se erige la escultura Fecundidad también conocida, por extensión de la denominación de la casa-museo, como Monumento al Campesino.

Su concepción en 1968, por César Manrique, traía aparejado un homenaje singular al habitante lanzaroteño, cultivador y trabajador de un tierra que aún siendo adversa para el cultivo, supo dominar y explotar para extraer de ella el sustento  vital. 


La escultura, creada en clave vanguardista, en hormigón y hierro, se erige sobre el montículo denominado Peña de Tajaste, que no fue afectado por la actividad volcánica. 












La obra se eleva quince metros sobre su base y está confeccionada con restos de tanques de agua de antiguos barcos pesqueros y diversos objetos entrelazados y compuestos de tal forma que conforman una figura humana a lomos de un animal de carga.



















La concepción de Manrique fue ejecutada por Jesús Soto, artista local que trabajó estrechamente con él en diversas intervenciones.












El blanco inmaculado con el que fue pintada, unido a su altura y posición geográfica, hace que sea todo un referente visual de la isla, además de transmitir, como un faro, su eterna referencia conceptual de homenaje al esfuerzo y el trabajo de los habitantes de este paisaje volcánico, tan adverso a veces y tan atractivo siempre.








«Vivimos tan corto espacio de tiempo sobre este planeta que cada uno de nuestros pasos debe estar encaminado a construir más y más el espacio soñado de la utopía. Construyámoslo conjuntamente: es la única manera de hacerlo posible.»
                                                                                                 CÉSAR MANRIQUE         


----------------------

CÉSAR MANRIQUE CABRERA. Artista español (Arrecife, 1919 - Teguise, 1992)

César Manrique fue un pintor, escultor y artista total lanzaroteño
Fue el mayor, junto con su hermana melliza, de cuatro hermanos. 
Su infancia transcurrió entre el Charco de San Ginés y la Caleta de Famara, lugar, éste último, decisivo en su vinculación con el patrimonio natural de la isla. La especial configuración del paisaje de Lanzarote tuvo una presencia constante y esencial en su obra, donde realizó la mayoría de sus intervenciones, que se han convertido en un potente motor de atracción turística.

Participó voluntariamente en la Guerra Civil, de la que volvió desencantado y hastiado.

Tras la contienda, ingresó en la Universidad de La Laguna, donde cursó dos años de Arquitectura Técnica.
Gracias a una beca concedida por la Capitanía General de Canarias, pudo trasladarse a Madrid e ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que se graduó como profesor de Arte y Pintura en 1945.
A principios de los años cincuenta tuvo una estancia de varios meses en París que le movió a adentrarse en el arte abstracto. Algún tiempo después, la influencia de artistas como Fautrier y Dubuffet hizo que su obra, al igual que la de otros contemporáneos como Tàpies, Lucio Muñoz o el canario Millares, se vinculara al informalismo.
Su obra se iba alejando de la realidad e investigaba las cualidades de la materia, que se convirtió en elemento esencial del lenguaje plástico al que se mantuvo fiel durante toda su carrera.
Participó, con obra abstracta, en las Bienales de Venecia de 1955 y 1960 y en la Hispanoamericana de La Habana de 1955. 

En 1964 se trasladó a Nueva York, ciudad en la que conoció de primera mano el expresionismo abstracto de Pollock y Rothko y el pop de Andy Warhol y Rauschenberg; también tuvo su primer acercamiento al arte cinético (centrado en el movimiento).
A partir de entonces comenzó a utilizar la técnica del collage, que le proporcionó nuevas posibilidades expresivas y volvió a la preocupación por el color, que se había ido diluyendo en los sesenta; introdujo, además, algunos rasgos figurativos, aunque lejos de poder definirse como una figuración en el sentido estricto del término.
Realizó tres exposiciones individuales en la galería de Catherine Viviano en los años 1966, 1967 y 1969.

Posteriormente se abrió a nuevas posibilidades expresivas incorporando materiales como telas, cartones o arpilleras y su obra se mostró regularmente en salas de España, Alemania, Bélgica y Suiza.

Volvió a Lanzarote en 1966, instalándose en Tahíche, en una casa fruto de su intervención en el paisaje conformado por la lava volcánica, que actualmente alberga la fundación que lleva su nombre. 
Abrió entonces su trabajo creativo a otras manifestaciones artísticas. Con el ideario estético Arte-Naturaleza/Naturaleza-Arte como eje principal de su obra, consiguió desarrollar el arte total, en el que pintura, escultura, murales y arquitecturas se integran en el espacio natural conformando un todo armonioso.
Consciente de la especial originalidad del paisaje insular, promovió un ambicioso proyecto creativo de intervención en el territorio, cuyo eje principal era la preservación y conservación del medio ambiente, vinculándolo a la nueva economía turística de la isla. Junto a un equipo de colaboradores, obtuvo pronto los primeros resultados con los Jameos del Agua (1966) y la Casa-Museo del Campesino (1968), a los que se fueron sumando el Restaurante El Diablo, en Timanfaya (1970), el Mirador del Río (1973), el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, instalado en el castillo de San José (1976) y el Jardín de Cactus (1990).
Estas intervenciones fueron determinantes en la declaración de Lanzarote como Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993.

Además de sus obras en Lanzarote, ideó diferentes propuestas en otras islas canarias, así como en Ceuta y Madrid.

La vitrina destinada en su casa a los premios recibidos abruma por la cantidad y la variedad que alberga. Destacan el Premio Mundial de Ecología y Turismo (1978), la Medalla de Oro de Bellas Artes (1980) y el Premio Europa Nostra (1985).

Falleció en 1992, a los 73 años, en un lamentable accidente de tráfico, cuando abandonaba la fundación en Tahíche y se dirigía a su casa.


FUENTES

CACT LANZAROTE. MAPA. Folleto informativo.
"Casa-museo del Campesino y Monumento a la Fecundidad", VER LANZAROTE [En línea]
"César Manrique", Wikipedia [En línea]
Fundación CÉSAR MANRIQUE. Folleto informativo.
"Jesús Soto, a la sombra de César Manrique", Canarias 7 [En línea]
"Lanzarote", Wikipedia [En línea]
"Monumento al Campesino", Canari Wiki [En línea]
"10 Frases inspiradoras de César Manrique", El blog de Esther Garsan [En línea]







29.1.19

ALÍ Y NINO

Alí y Nino es una novela escrita por Kurban Said, que cuenta la historia de la república de Azerbaiyán, a principios del siglo XX hasta su toma por el ejército ruso, a través de la historia de amor entre un joven musulmán y una princesa de Georgia. La historia se desarrolla en varios escenarios: Daguestán, Shusha en Azerbaiyán, Tbilisi, la capital de Georgia y Persia.

Según nos narra el autor, Alí Khan Shirvanshir era un niño nacido en el seno de una familia noble musulmana, que fue educado en un colegio ruso.
El joven Alí se enamoró de Nino Kipiani, una princesa georgiana educada en la tradición del cristinianismo y en la cultura europea.

Tras graduarse en la escuela secundaria, Alí, con el consentimiento de su padre, le pidió matrimonio a Nino y, aunque al principio ella dudaba, consciente de las diferencias culturales que los separan, aceptó cuando Alí se comprometió a no obligarla a llevar velo ni a formar parte de un harén, aunque la celebración de la boda se fue posponiendo en el tiempo.

Sin embargo, la historia toma un giro darmático cuando Melik Nachararyan, un cristiano armenio, amigo de Alí, secuestró a Nino; en represalia, Alí lo persiguió a caballo y lo alcanzó, apuñalándolo de muerte con una daga; este hecho lo obligó a huir a Daguestán para escapar de la venganza de la familia de Nachararyan.

Después de muchos meses de búsqueda, Nino lo encontró refugiado en un pequeño pueblo de la montaña, cerca de Makhachkala, en Daguestán, donde por fin se casaron y vivieron durante unos meses disfrutando de su felicidad. 

Cuando estalló la revolución rusa, los bolcheviques retomaron Bakú, la capital de Azerbaiyán y la pareja huyó entonces a Irán (Persia); se instalaron en Teherán, donde Alí volvió a sus raíces musulmanas, en tanto que Nino se sentía infeliz en la reclusión del harén.
Con el establecimiento de la República Democrática, la pareja volvió a Azerbaiyán; allí oficiaron como embajadores culturales del nuevo país. 

Cuando el Ejército bolchevique descendió a Ganja, en Azerbaiyán, Nino huyó a Georgia con su hijo y Alí se sumó a la defensa de su país, donde murió en la batalla.

La novela fue publicada en Viena en 1937 y está considerada como la obra literaria más importante de Azerbaiyán, aunque bajo el pseudónimo de Kurban Said se esconde, a día de hoy, una identidad no desvelada.






En 2007, la artista Tamara Kvesidatze diseñó una escultura que representaba a un hombre y una mujer para el puerto de Batumi, en Georgia. La escultura, de 9 metros de altura y realizada en acero, fue instalada en 2010 con el título Man and Woman, aunque fue rebautizada como Ali y Nino, rememorando la historia de amor que nos contó Kurban Said.

Si te estás preguntando a qué se debió ese cambio, mira el siguiente video:




Las láminas de acero se entrecruzan permitiendo que ambas esculturas se fundan en una sola, tras lo que vuelven a alejarse para volver a reencontrarse más tarde en una secuencia de diez minutos, sempiterna, que narra sin palabras la historia de Alí y Nino.






TAMARA KVESIDATZE. [1968 - Tbilisi, Georgia]
Escultora, pintora y arquitecta, su obra se caracteriza por los contrastes tanto en las formas como en los materiales empleados en sus obras, en las que muestra, además, un gran interés por el movimiento.

Ha trabajado en Estados Unidos de América y para empresas suizas y francesas. 

En el año 2000 abrió el TAMARA STUDIO junto con Paata Sanaia y Zura Gugutashvili, en el que empezaron a trabajar en el estudio del movimiento incorporado a las figuras.

Tiene otras dos esculturas públicas:

Rotación, en la avenida Khimshiashvili de Batumi, Georgia [2011]
Horas, en la calle Marjanishvili de Tbilisi, Georgia [2012]

Más información sobre la artista en Google Arts & Culture


FUENTES:

"Ali and Nino", Wikipedia [En línea]
"Tamara Kvesidatze", Facebook [En línea]

FUENTES DE LAS IMÁGENES:

GIZGALASI: "First edition of Ali and Nino, published by Verlag E.P.Tal & Co in Vienna, in the German language, 1937", Wikimedia Commons [En línea]
ÁLVAREZ, R.: "Una trágica historia de amor contada en 10 minutos por un par de gigantescas estatuas", Magnet [En línea]



AGRADECIMIENTO:
A Eric Huercio por darme noticia de esta escultura.

18.11.18

EL ITINERARIO ERRÁTICO DEL OSO CORDOBÉS

La Antártida es el continente más austral de la Tierra. Su territorialidad está reclamada por siete países; entre ellos Argentina, cuya delimitación se estableció en 1942 superponiéndose con la de Chile y el Reino Unido.

En 1948 se decidió construir un nuevo puente de hormigón en la ciudad argentina de Córdoba que, salvando el río Suquía uniese las céntricas calles Jujuy y Lavalleja y, quizá por la reafirmación de esa territorialidad, se decidió bautizarlo como Puente de la Antártida Argentina. Para adornar el entorno, se le encargó una escultura al tándem artístico formado por el, sobre todo, pintor Roberto Juan Viola y el escultor Alberto Barral.



Puente Antártida Argentina. Córdoba. Argentina
El puente fue inaugurado a mediados de los cincuenta, cuando soplaban vientos de revuelta en el país. 


En septiembre de 1955 se inició, precisamente en Córdoba, la denominada Revolución Libertadora, que acabaría con el gobierno de Juan Domingo Perón.









Barral trabajando en el Parque Sarmiento.
En primer término, el boceto, cuyo diseño se atribuye a Viola
La escultura encargada para ornato del entorno del puente tenía como motivo un oso polar y, poco antes de su inauguración y cuando iba cargada en un camión hacia su destino, el capataz de las obras cayó en la cuenta de que en la Antártida no hay osos polares. Se lo hizo notar al intendente, el cual ordenó entonces que el Oso Polar fuera trasladado a otro sitio, así que el camión emprendió la marcha hacia el Parque Sarmiento, lugar donde vivía Barral y donde había dedicado nueve meses a esculpir la figura del oso.



Cuando el camión pasaba a la altura del espacio que hoy se denomina plaza de Vélez Sarsfield, fue abordado por un grupo de exaltados revolucionarios que pretendían utilizar el camión y obligaron a descargar la caja que resguardaba la escultura sin saber, obviamente, lo que contenía.


El Oso Polar en la plaza Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield
Así que el oso quedó instalado involuntariamente allí, donde el paso del tiempo se encargó de ir haciendo desaparecer las tablas que lo resguardaban y dejarlo a la vista del viandante. Fue precisamente en ese lugar donde nació un dicho popular de Córdoba: dado que por la noche el ámbito era frecuentado por mujeres que ejercían la prostitución, cuando la jornada no se les había presentado fructífera se decían entre ellas: "Vos ya no levantás ni el oso", expresión que ha quedado en el hablar coloquial para decir de alguien que no vale para nada.




El Oso Polar en el Parque Sarmiento
Posteriormente fue trasladado a la plaza Alberdi; de allí volvió a la plaza Vélez Sarsfield, a compartir de nuevo espacio con el monumento al legislador de la nación argentina; comenzado el siglo XXI fue conducido e instalado en el rosedal del Parque Sarmiento y por último, tras ser restaurado, afianzó su sitio en el entorno de la Plaza de España, delante del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa.


Estamos, por tanto, ante una obra que encierra un valor tridimensional:
Por una parte, el valor de obra producto de las bellas artes que esconde tras su cincelado la biografía de dos grandes de la época: Roberto Juan Viola y Alberto Barral. El primero, nacido en Argentina, el segundo en España. Ambos se encontraron en Córdoba donde, unidos por su gran amistad, fundieron sus talentos. Aunque la viuda de Barral reivindica la íntegra autoría de la escultura para su marido, argumentando que, ya en 1931, en el taller de los Barral en España se esculpían figuras zoomorfas entre las que figuraba el oso polar, no es descartable que la concreción del boceto surgiera de Viola o de una puesta en común de ambos artistas.

Imagen extraída del trabajo realizado por Mara Gisela Rodríguez para el Departamento de Plástica de la Facultad de Artes de la Universidad de Córdoba, titulado El artista picapedrero. Alberto Barral.

En la concepción original, el pez que aparece a los pies del oso era un surtidor, aunque dadas las circunstancias sobrevenidas de su errático transcurrir, se entiende que nunca brotara el agua de la frustrada fuente.

El Oso Polar en su actual ubicación, delante del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa

Por otra parte, se le puede añadir un valor histórico, vinculado a acontecimientos relevantes de la historia de Córdoba: la inauguración del puente, la Revolución Libertadora o la transformación urbanística de la ciudad.


Por último, y probablemente lo más interesante en este caso, la vinculación de la obra con los cordobeses; con esa memoria visual de la que ya hemos hablado en otras ocasiones en este blog, que une a las esculturas públicas con la historia personal y particular de los ciudadanos: con su infancia, sus juegos, su juventud, su quehacer diario o sus paseos; acentuada además por las circunstancias particulares de este oso polar, que ha estado viajando constantemente por diversos enclaves de la ciudad y participando, así, de la memoria visual de los habitantes de diversos barrios y diversas épocas.




Federico Lavezzo publicó, en 2013, la novela El oso antártico, en la que a medio camino entre la realidad y la ficción narra las vicisitudes de la escultura. En una entrevista explica el significado que el oso tiene para los cordobeses:

Consulté a mucha gente sobre lo que recordaba del Oso, si sabía algo, en fin, indagaciones muy abiertas. Ahí aparecieron decenas de anécdotas, relatos populares y ciertos mitos. (...) Quizá lo que más me sorprendió fue comprobar que, para algunas personas, había más de un Oso. Eso hablaba de una omnipresencia del Oso, una existencia en dos dimensiones: la del recuerdo personal, una memoria afectiva en muchos cordobeses (recordare, en latín, quiere decir “volver a pasar por el corazón”); y por otro lado, la huella que fue dejando entre los habitantes de la ciudad a partir de los lugares donde estuvo.

Lo curioso es que, a día de hoy, el Oso sigue sin haber sido inaugurado y si se le pregunta a los cordobeses, nadie asegura que vaya a quedarse en su lugar actual; todos suponen que es un lugar provisional más del itinerario errático del oso cordobés.



ALBERTO BARRAL (Sepúlveda, Segovia, 1905-1969)
Escultor español.

Fue el menor de una familia tradicional de canteros. 
Se inició en la escultura en el taller de su hermano mayor, Emiliano, artista reconocido en España que fue, además, su primer maestro intelectual y artístico. En el taller de Emiliano y junto a sus otros dos hermanos, Martín y Pedro, formó parte de un grupo estable que trabajaba bajo la dirección del primer Barral de oficio cantero, su padre Isidro Barral Merino. Isidro y Emiliano fueron para Alberto los forjadores de su criterio escultórico.
Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
En 1939 se exilió de España. Tras pasar por Francia y Chile, se radicó en Córdoba, Argentina, alentado por Fernando Arranz, un ceramista segoviano afincado en Buenos Aires. 
Impartió clases de modelado y labra en distintas instituciones educativas. 

Talló todo tipo de piedras y descubrió, dentro de la ornamentación de la arquitectura colonial cordobesa, el uso de la piedra esteatita, la cual no se usaba desde la época colonial.  
La mayor parte de su obra se localiza en los espacios públicos y las colecciones privadas de Córdoba.
Creó seis fuentes de agua, de las cuales cuatro se encuentran en la vía pública y dos de ellas en espacio privado. 

Según Barral, "la tarea del tallista es alumbrar lo que en la materia a labrar ya está latente".

ROBERTO JUAN VIOLA (Santa Fe, Argentina, 1907 - Buenos Aires, Argentina, 1966)
Pintor, escultor, grabador y dibujante argentino, propulsor de las artes y la cultura. 
Vivió en Córdoba y en Buenos Aires. Estudió en la Academia Provincial de Bellas Artes, donde fue alumno de Emiliano Gómez Clara. 
Ganó una beca de tres años para perfeccionarse en Europa, donde permaneció desde 1932 hasta 1935. 
Estudió con Roger Bissière, discípulo de Georges Braque, en la Academia Ranson de París. 
En 1934 realizó una exposición en el Ateneo de Madrid junto al escultor Artur Aldomà Puig. 
De regreso a la Argentina obtuvo diversos premios tanto en pintura como en escultura. 
Fue profesor de dibujo y colorido en la Escuela de Bellas Artes de Córdoba, de la que llegaría a ser director. 
Fundó el Museo Municipal Genaro Pérez del que fue Director Ad Honorem durante más de una década. 
En 1958, obtuvo el primer premio en el Primer Salón IKA (Concurso anual de artes visuales contemporáneas de Córdoba) al que estuvo muy vinculado. 
Alguna de sus imágenes se acercan a las consignas planteadas por la nueva figuración, donde la obra oscila entre la figuración y la abstracción. 
Su obra es densa, fragmentada y deliberadamente incompleta; como si el pintor la realizara contagiado por la velocidad del cambio que caracteriza a la época en la que trabajó. 






FUENTES:
"Antártida", Wikipedia <https://es.wikipedia.org/wiki/Antártida>
"Puentes", Córdoba de Antaño [En línea] <http://www.cordobadeantaño.com.ar/capital/puentes#!Puentes_01>
TOLEDO, G.: "Camina sin cesar. Las diferentes historias que rodean "El Oso" de Alberto Barral", Día a día [En línea] <http://www.diaadia.com.ar/show/camina-sin-cesar-las-diferentes-historias-que-rodean-el-oso-de-alberto-barral>
BASUALDO, J.: "Córdoba de Argentina y las esculturas de Alberto Barral", Ecos Sublimes [En línea] <http://ecossublimes-arg.blogspot.com/2014/03/cordoba-de-argentina-y-las-esculturas.html>
"Plaza y monumento al Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield", Córdoba. Argentina (Página de Turismo de Córdoba) [En línea] <https://www.cordobaturismo.gov.ar/audioguia/plaza-y-monumento-al-dr-dalmacio-vélez-sarsfield-es/>
RODRÍGUEZ, E.: "La estatua que se equivocó de hemisferio", La Voz [En línea] <http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/la-estatua-que-se-equivoco-de-hemisferio>
LAVEZZO, F: El oso antártico. Río Cuarto, Argentina: Cartografías, 2013.
RODRÍGUEZ, M. G.: El artista picapedrero. Alberto Barral. Facultad de Artes. Universidad de Córdoba. Febrero, 2013. [En línea] <http://www.dapcordoba.com.ar/wordpress/wp-content/uploads/2016/09/Barral-Alberto.pdf>
"Alberto Barral", Real Academia de la Historia [En línea] <http://dbe.rah.es/biografias/50495/alberto-barral>
"Roberto Viola", Arte de la Argentina [En línea] <http://www.artedelaargentina.com.ar/disciplinas/artista/pintura/roberto-viola>


FUENTES DE LAS IMÁGENES:
Puente Antártida. Archivo Municipal de Córdoba, en "Puentes", Córdoba de Antaño [En línea] <http://www.cordobadeantaño.com.ar/capital/puentes#!Puentes_01>
"Camina sin cesar. Las diferentes historias que rodean "El Oso" de Alberto Barral", Día a día [En línea] <http://staticf5b.diaadia.info/sites/default/files/file_attachments/nota_periodistica/osorosa.jpg>
"La estatua que se equivocó de hemisferio", La Voz [En línea] <http://wpc.72c72.betacdn.net/8072C72/lvi-images/sites/default/files/styles/landscape_1020_560/public/nota_periodistica/oso-chicos.jpg> <http://wpc.72c72.betacdn.net/8072C72/lvi-images/sites/default/files/styles/landscape_1020_560/public/nota_periodistica/oso1.jpg>
"Museo Emilio Caraffa. (Oso)", Mapio.net [En línea] <https://static.panoramio.com.storage.googleapis.com/photos/original/8140165.jpg>