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17.10.12

EL TERROR DE LOS GUINDILLAS



En la Santander del siglo XIX y muy principios del XX, unos personajes peculiares se dejaban ver por el entonces denominado Muelle de la Naos, un espacio que había quedado como basurero del Muelle Nuevo.


Eran unos niños que, procedentes de lo marginal y desnudos de ropa y responsabilidades, andaban a la rapiña de todo aquello de lo que los barcos se desprendían. 
Recogían chatarra, estopa y otros tesoros y los cambiaban al miserable usurero por unas monedas que le permitían calentar precariamente sus estómagos.

Eran pendencieros y amigos de marcarse el farol en las apuestas infantiles, se les temía por su bravuconería, esquivaban a la autoridad y vivían su día a día entre el aguardiente y un mendrugo de pan. 

Los llamaban raqueros y, según José María de Pereda en el relato en el que los describe, su presencia se mantuvo hasta la llegada de la moderna civilización en forma de locomotora a la ciudad.



Pereda los define en estos términos:
El verdadero señor del territorio haciendo siempre de las suyas; el que intervenía en todos nuestros juegos como socio industrial; el que pagaba si perdía, con el crédito que nadie le prestaba, pero que, por de pronto, ganaba cuanto jugábamos; el que con sólo un silbido hacía surgir detrás de cada montón de escombros media docena le los suyos, dispuestos a emprenderla con el mismo Goliat; el que era tan indispensable al Muelle de las Naos como las ranas a los pantanos, como a las ruinas las lagartijas; EL RAQUERO, en fin. Este era el terror de los guindillas, el aluvión de nuestras fiestas, la rana de aquellos pantanos, la lagartija de aquellos escombros.

José Mª de Pereda: "El raquero", en Escenas Montañesas, 1864.





En la Santander actual una escultura los recuerda en el Muelle de Calderón
Son cuatro figuras que permanecen atentas al movimiento de los barcos para poder hacerse con un jornal que alimente su inmóvil cuerpo de bronce. 

Los Raqueros.  Fotografía de José Ángel Lamsfus.
La configuración de la escultura evoca una instantánea de la época, en la que uno de ellos se lanza al agua, se da un cole, para encontrar el tesorillo que le permita, por un instante, ser el poderoso de su entorno, mientras los otros observan su decisión momentos antes de lanzarse también a sondear el fondo.

La escultura es obra de José Cobo Calderón, artista santanderino de larga y reconocida trayectoria, y fue instalada en mayo de 1999.

La placa que la acompaña muestra el siguiente texto:

LOS RAQUEROS
Personajes típicos santanderinos descritos por José María de Pereda, que en los siglos XIX y XX frecuentaban las machinas y acostumbraban a darse un cole en Puertochico buceando en las aguas de la bahía para recoger las monedas que los curiosos le lanzaban.



José Cobo Calderón (1958-). Escultor santanderino.
Estudió en The School of the Art Institute of Chicago, donde se graduó en 1985 con el título de Máster de Escultura
Posteriormente, en 1995 y en la misma Universidad, obtuvo el Certificado en Historia del Arte y Crítica
Cursó estudios de pintura al fresco y talla de piedra en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando
Desde 1994 y hasta 1997 impartió clases en el Chicago Art Institute.

Otras esculturas públicas salidas de su mano son:
Monumento al incendio de Santander, 1989
Monumento a los hermanos Tonetti, 2007


Fuentes:
- Ayuntamiento de Santander [En línea] <http://www.santandertv.tv/index.php/Id_contenido/643/>
- José María de Pereda: "El raquero", en Escenas montañesas [En línea] <http://es.wikisource.org/wiki/El_raquero>
- Diccionario de la lengua española. Vigésima segunda edición [En línea] <http://lema.rae.es/drae/?val=raquey <http://lema.rae.es/drae/?val=raque>
- Escultura Urbana. Revista Digital de Escultura Pública en España [En línea] 

Las imágenes han sido obtenidas en:
- @ VEO VEO @ (Blog) Los raqueros [En línea]  <http://airesa.blogspot.com.es/2009/04/blog-post_07.html>
- Álbum fotográfico de José Ángel Lamsfus (Blog) Bahía de Santander [En línea]    <http://fotosdelamsfus.blogspot.com.es/2010_11_01_archive.html>








10.10.12

ADEREZANDO MONUMENTOS

Leo esta noticia en El Universal (periódico mexicano) del día 6 de octubre de 2012:

Ante la crisis, usan salsa Valentina para limpieza

Secretaría de Cultura halla por “accidente” esta solución

David Fuentes. Corresponsal en Ciudad Juárez.


Para ahorrar costos, tiempo y esfuerzo, personal de la Dirección de Cultura del municipio limpia con salsa Valentina las más de 100 esculturas de bronce que adornan Ciudad Juárez.
Teodoro Montes Solórzano, titular de Cultura, explicó que los monumentos necesitan mantenimiento constante, pues son vulnerables a los actos vandálicos y a las inclemencias del tiempo.
Comentó que el costo para mantenerlos en buenas condiciones se elevó durante los últimos años, pero el presupuesto fue recortado.
“En esas estábamos, cuando un accidente fortuito nos vino a alivianar”: empleados municipales “por accidente” descubrieron que los componentes de la salsa dejan los monumentos brillosos y con una cubierta que los protege hasta por tres meses.
Antes de este “accidental descubrimiento” se necesitaba del trabajo de cinco hombres, durante cuatro horas, para limpiar una escultura. Se empleaba un químico especial, que además es costoso. “Se llegaban a utilizar más de tres kilos de una pasta especial para metales brillosos, ahora dos litros de la salsa es más que suficiente para sacarle brillo a la escultura más imponente de la frontera, que llega a medir cinco metros”.
Así, con frecuencia y ante la mirada incrédula de testigos, los empleados municipales salen en brigadas a darle brillo a los monumentos de bronce con salsa Valentina.
“El bronce es susceptible al uso de la sala Valentina, tiene algunos químicos que al ponerlos encima de las esculturas les da un brillo espectacular y además evita la corrosión. Los trabajadores de mantenimiento revisaron después de la aplicación las estatuas y nos dijeron que no hubo problemas secundarios, así que avisamos a los superiores y optamos por empezar a usar este picante como lustrador y por su efectividad”.
“Además nos ahorramos una buena cantidad del presupuesto, por ejemplo; un kilo de limpiador de bronce rebasa los 170 pesos (10'28 euros), en cambio un litro de salsa Valentina a granel nos cuesta 30 pesos (1'81 euros) y cubre más que el Brazo, el esfuerzo es menos, alcanza para más y le deja una capa protectora que hace que el monumento aguante los climas fuertes de aquí como el calor, el frío y las lluvias”, detalló el funcionario municipal encargado de la Dirección de Cultura de esta ciudad fronteriza.
Falta de cultura
Teodoro Montes Solórzano dijo que el descubrimiento de la salsa Valentina fue benéfico para las autoridades y ahora deben enfocar sus esfuerzos en promover la cultura del cuidado hacia los monumentos, pues 80% están vandalizados e incluso mutilados al robarse piezas de las figuras para después venderlas en las recicladoras de fierro viejo.
En esta frontera existen 110 monumentos de bronce y casi ni uno se salva del vandalismo, incluso el de Tin-Tan que está en el mero corazón de la ciudad, dijo el funcionario.
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El caso es que lo que no especifica la noticia es el tipo de accidente que dio lugar a semejante hallazgo, pues se deduce que esos que ahora limpian con salsa Valentina las obras son los mismos que comían subidos a los monumentos.


Por otra parte, el comentario obligado es que la salsa en cuestión, aparte de variedades de chile, incluye en su composición ácido acético (vinagre), eficaz para limpiar metales, y benzoato de sodio o de sosa, que es un protector contra herrumbres y moho que activa su eficacia al entrar en contacto con un ácido, lo que quiere decir que, probablemente, hacer  una mezcla de estos dos ingredientes resultaría aún más barato que los 30 pesos que cuesta el bote de salsa.



No sé si el artículo promocionará la salsa Valentina, pero dudo que cualquiera quiera ingerir algo que lo puede dejar reluciente por dentro.



Fuente:
El Universal de 06/10/2012 [En línea] <http://www.eluniversal.com.mx/estados/88063.html>




3.10.12

PRIMER RECONOCIMIENTO PÚBLICO AL MAESTRO

(A José Luis Tapia)


Don Cipriano Galea Garcia (1816-1889) fue un maestro nacional de los que crean escuela.

Natural del pueblo murciano de Librilla, ejerció durante cuarenta y tres años; la mayoría de ellos en La Ñora, una pedanía del municipio de Murcia que en la primera mitad del siglo XIX era notable por la delincuencia y el analfabetismo.

Su enseñanza se enfocó al desarrollo cultural de unos niños que procedían del mundo rural y para los que el horizonte vital no tenía en principio otras miras que el trabajo en el campo. 
Su dedicación y entrega, en un aula unitaria, con pocos medios pero con muchas ganas, hizo que recibiera premios y alabanzas constantes por su mérito docente y que, tras su fallecimiento, fuera recordado con mucho cariño por todos aquellos que fueron sus discípulos.
Tal era el agradecimiento que el pueblo de La Ñora sentía para con don Cipriano Galea, que poco después de morir decidieron erigirle una lápida conmemorativa, en la plaza de la iglesia, sufragada por cuestación popular.  

Un año después, en noviembre 1890, ya se habla de dedicarle un mausoleo y la suscripción había alcanzado la cifra de 75 pesetas, aunque al mes siguiente se veía peligrar la viabilidad del proyecto, pues se había invertido en él casi la totalidad de lo recaudado y aún quedaba tarea por hacer. 



La recogida de fondos debió prosperar, ya que las siguientes noticias de la que tenemos constancia nos hablan de que el día 1 de julio de 1894 se procedió a la inauguración de dicho homenaje. 


Toda la ceremonia que acompañó al descubrimiento del monumento tuvo participación numerosa, tanto de autoridades como de los muchos alumnos que  pasaron por su escuela. La población entera se volcó con tal celebración, engalanando las calles con arcos, gallardetes y colgaduras y participando en una procesión que portaba banderas, estandartes y era acompañada por dos bandas de música. Todo un acontecimiento.


El Diario de Murcia del día 3 de julio hace la crónica del evento y plasma una semblanza del maestro fallecido que refleja la calidad de la labor que desempeñó durante más de cuarenta años de servicio profesional:
D. Cipriano Galea fué natural de Librilla. Perteneció á la primera promocion de maestros que  dió la Escuela Normal de esta provincia. Fué colocado en la Ñora con muy mezquino sueldo, que aunque mejorado despues no llegó mas que á 825 pesetas. 
No aspiró á ascensos; y á fé que era un maestro digno de las mejores capitales. La prueba es que sin embargo de estar en una aldea, se hizo famosa su enseñanza, y no solo le mandaron niños de los pueblos cercanos, sino de  algunos muy distantes. 
Mas para comprender bien la accion civilizadora y la obra de educación realizada por este insigne profesor, es necesario saber lo que era la Ñora el día que él se sentó por primera vez en el sillon de la escuela, y cómo la dejó el dia que descendió al sepulcro. Es necesario tambien hablar con la gente del lugar, y recoger sus recuerdos, sus suspiros y sentimientos. [...]
En fin, era el modelo del maestro. Si una décima parte de las escuelas, tuvieran maestros como este, el país se regeneraba en 30 años. Maestro de las letras, de las virtudes, de la vida. Su biografia serviria para hacer una propagacion de los secretos de hacer maestros que moralicen, que eduquen, que enseñen y civilicen. Merece el monumento que se le ha erigido. Merece además un libro que no sé si se escribirá. 

En el mismo artículo encontramos una breve descripción del monumento inaugurado: 
El monumento es de granito, y consta de la base general; sobre ella la base de una columna sencilla, la cual sustenta una estátua de bronce que ofrece la corona de laurel. Lo proteje una bonita verja, y lo rodean algunas acacias. 
La placa que lleva adosada en su base reza:
A la memoria del inmortal D. Cipriano Galea y García, infatigable campeón que fué de la primera enseñanza pública, sus numerosos discípulos le dedican este recuerdo como prueba del más acendrado cariño. 1894 


 



La crónica apareció días después en otros medios de prensa ajenos a la provincia, como el Diario El País, La Unión Católica, la Gaceta de Instrucción Pública, Barcelona Cómica, La Ilustración del Profesorado Hispano-Americano y Las Dominicales del Libre Pensamiento, lo que da una idea de la importancia concedida al homenaje.

Tal fue la repercusión de la noticia que a finales de octubre se decide conceder las cruces de Isabel la Católica a todos los que formaron la comisión que había propiciado su construcción.

Años más tarde, en 1902, se levantó en Avilés un monumento a Juan de la Cruz Alonso, y en el discurso que dio el alcalde hablaba de que probablemente era la única población que homenajeaba a un maestro. Desde El Heraldo de Madrid, F. Bautista Monserrat corregía dicho dato, haciendo constar que años antes  en el modesto, modestísimo pueblo de La Ñora ya se había inaugurado un monumento al maestro don Cipriano Galea, y demandaba se corrigiera en el propio Heraldo el error.

En El Imparcial de 10 de septiembre de 1902 se da por sentado que es el primer monumento dedicado a un maestro, sin embargo el redactor del artículo, o no había visto el monumento o se acogió a una libre interpretación del mismo para su descripción:
La sencillez del monumento corresponde á la rusticidad del lugar y á la modestia del magisterio en nuestra patria. Una pilastra de cemento amarillo, con los esquinazos achaflanados, alzada sobre un zócalo y coronada por una cornisa, sostiene una gallarda estatuilla de bronce que lleva en la mano una corona de laurel. Este monumento, cercado por una sencilla verja de hierro, se alza en la plaza Mayor, frente a la iglesia, á la sombra de dos hermosos terebintos.

Lo que se echa de menos en todo este derroche de noticias y referencias es alguna alusión al autor de la obra pues, si es probable que el basamento fuese diseñado por los técnicos municipales, nada se conoce del artífice del busto. 

El monumento fue restaurado en 1982.

Fuentes:
Archivo Municipal de Murcia [En línea] <www.archivodemurcia.es>
Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España [En línea] <hemerotecadigital.bne.es>

Agradecimiento:

A Manuel Pérez Sánchez, por darme a conocer la existencia del monumento.