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23.9.12

ABRAZANDO EL AIRE

Elogio del Horizonte. Gijón. Eduardo Chillida (1990)
La obra de Chillida no deja indiferente. Su capacidad para manejar grandes formas sorprende en cada una de las esculturas nacidas de su cabeza universal, hechas de materiales sólidos y duros que se adaptan a imaginarias líneas que dibujan huecos en el volumen. 
Las esculturas de Chillida no aportan densidad: aportan vacíos que dan cabida al entorno. 



Sus esculturas públicas  dejan que la naturaleza se cuele entre sus aristas haciendo que el paisaje entre a formar parte de la obra misma, rodeándola, acariciando su estructura y provocando en ella sonidos e imágenes . 
No son esculturas para ser miradas, sino para ser vividas: tienen textura y, en ellas, el viento, el mar y el aire son elementos compositivos que le dan todo el significado, que nos hacen participar de su presencia con nuestros sentidos haciendo variar su contemplación según el momento del día y la estación del año.

Elogio del Horizonte es una escultura fabricada in situ, en la cima del Cerro de Santa Catalina de Gijón. El hormigón, de acabado homogéneo, levanta diez metros desde el suelo y asienta, en los dos pilares que la sustentan, su peso de quinientas toneladas. En su inmesa mole se cuela, por el hueco frontal, la delgada línea del horizonte, delimitada y limpia, y la vista se centra en ese vano provocado mientras la elipse superior de la estructura juega con el viento dejando que cante entre su abrazo. 


EDUARDO CHILLIDA JUANTEGUI (1924-2002)
[Biografía extraída de la información disponible en el Museo Chillida Leku]

Tras abandonar la carrera de Arquitectura y una incipiente carrera futbolística, marcha a Madrid, a dibujar en el Círculo de Bellas Artes


Entra a trabajar en el taller del escultor Juan Martínez Repollés, que era amigo de su padre, y ahí se da cuenta de que lo suyo no es el modelado del barro. 

En 1948 viaja a París, donde coincide con José Guerrero y con Eusebio Sempere y hace amistad con el pintor Pablo Palazuelo. 
Comienza a trabajar el yeso y realiza su primera exposición en 1950, año en el que se casa con Pilar Belzunce. En 1952 monta una fragua en el garaje de su casa, en Hernani, donde comenzará su andadura en la experimentación con diversos materiales. 


Ha recibido casi todos los premios existentes a lo largo de su vida: de la Bienal de Venecia al Kandinsky, del Wilhem Lehmbruck al Príncipe de Asturias, del Kaiserring alemán al Premio Imperial en Japón. Su obra está presente en más de veinte museos de todo el mundo, y exposiciones retrospectivas se han celebrado en Houston, Berlín, Madrid, Caracas, Londres y Palermo. Sus esculturas se encuentran frente al mar como en San Sebastián, o en la montaña como en Japón, y en ciudades como Washington, París, Lund, Munster, Madrid, Palma de Mallorca, Guernica o Berlín. Sobre su obra han escrito arquitectos, matemáticos, filósofos como Martín Heideggeer y Emile Cioran, o poetas como Octavio Paz.

La obra pública de Eduardo Chillida juega un papel fundamental en su trayectoria artística. Lo confirma la existencia de un total de 43 esculturas repartidas por diferentes ciudades del mundo. Uno de los países con mayor obra del escultor es sin duda Alemania, en cuya capital descansa Berlín, un colosal homenaje a la reunificación alemana. 

Las grandes esculturas urbanas de Eduardo Chillida son una culminación de su proceso artístico, donde la ubicación de la obra juega un papel imprescindible. Las esculturas se erigen en armonía con su entorno, cobrando sentido en función del paisaje. Un claro ejemplo de este hecho es su obra predilecta,  El Peine del Viento en San Sebastián, tres piezas para la contemplación que se relacionan directamente con la mar, las rocas y el horizonte desconocido. Para Eduardo Chillida,

todos somos propietarios de la obra de arte desde el momento presente en el que estamos delante de ella, nos enfrenta a nosotros mismos y a la relación con nuestro entorno trasladándonos de esta forma sus dudas y preguntas ante lo desconocido. 


Por otra parte, sus esculturas públicas son lugares de encuentro, espacios para el diálogo y la convivencia. La culminación de ese pensamiento hubiese sido la realización de su gran sueño, el Proyecto Tindaya: Chillida quería crear en el interior de una montaña en la isla de Fuerteventura un gran espacio para todos los hombres de todas las razas y creencias, un lugar donde nos sentiríamos todos iguales frente a la inmensidad del espacio.

Enlaces:
Museo Chillida Leku [En línea] <http://www.eduardo-chillida.com/index.php>

Imagen obtenida en:
Treball de Recerca (Blog) [En línea] 
<http://treball-assic.blogspot.com.es/2010/05/plastica.html>

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